viernes, 15 de enero de 2021

Pareo de portadas de la revista The New Yorker (40ª septena)

 

Finalizábamos la serie precedente de emparejamientos con una máquina de pinball en la que el canal de lanzamiento de las bolas ejercía de telearrastre. Y ese detalle nos ha invitado a iniciar esta continuación con otros ejemplos de presencia de remontes mecánicos en las portadas de la revista The New Yorker, como los aportados por Ilonka Karasz (3/2/1951) y Garrett Price (18/2/1956). Añadimos un detalle de la tosca maquinaria que propulsa la primera de esas instalaciones, que es un sencillo telecuerda sin perchas de sujección.


Pero si de apaños de maquinaria se trata, un curioso recurso es la adaptación de un coche a la propulsión de un remonte de esquí que mostraba Popular Mechanics en febrero de 1959. A su lado Alfred E. Neuman haciendo uso de una percha en el número de enero de 1979 de la edición británica de MAD

Una inusual escena de práctica del esquí con tracción equina es la representada por Arnold Hall en la tapa del 14/1/1939. Una ilustración ya incluida en la colección de palas para la nieve incluida en el apunte del pasado martes.

Pero nuevamente es Popular Mechanics la revista que aporta algunas de las más llamativas variantes de remolque. No es tan raro hacerlo enganchado a un snowcat como se muestra en la portada de diciembre de 1949, pero absolutamente insólito resulta que la tracción la preste un helicóptero como en la tapa de enero 1952. El llamado heliesquí es otra cosa bien diferente.

Los efectos de Filomena nos llevaron a emparejar el sábado algunas curiosas formas peatonales de abrirse camino por nevados itinerarios: Brian Stauffer (White Out, 1/3/2010) y Otto Steininger (Snowplows, 10/3/2014). Ilustraciones, ambas, incluidas en El oteador de clichés en las portadas (60): quitanieves.


Y las lúdicas escenas de disfrute de la nevada inspiraron la pareja del domingo con esforzados arrastres de trineos cuesta arriba: William Steig (7/1/1956) y Arthur Getz (10/1/1970).


No llegamos a ver urbanas escenas de saltos de esquí, pero no debió quedar tan lejos llegar a dar con alguna como la recogida en la ilustración de Lorenzo Mattotti titulada “Blizzard” (10/1/2011). Una insólita escena que el lunes emparejamos con un saltador de Perry Barlow (26/1/1935) que anunciaba un muy comprometido aterrizaje.


La elegancia del esquiador de Mattotti nos invita a recordar una ilustración del artista ruso Aleksandr Deineka que fue portada de Vanity Fair en enero de 1936. Producto de la invitación de esa revista a viajar a Lake Placid en busca de motivos para su talento creativo. Un estiloso saltador también fue portada de la edición británica de Vogue en diciembre de ese mismo año.

 

El martes proseguimos con los saltos de esquí, especialidad deportiva elegida para las portadas dedicadas a los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City 2002 y de PyeongChang (Corea) de 2018. Ilustraciones ambas de Mark Ulriksen (4/2/2002 y “Slippery Slopes” 26/2/2018), que también fue el autor de la portada dedicada a los Juegos de Río de Janeiro. Más detalles en el apunte Portadas olímpicas en The New Yorker.

Un peculiar trampolín imaginado por Niculae Asciu (22/1/90) da paso a la última pareja de portadas sobre saltos de esquí, que es la que el miércoles formamos con ilustraciones de Abe Birnbaum (2/2/1952) y Chas Addams (2/2/1957).

Pero este último no debió quedar satisfecho con el llamativo vuelo de su esquiador y decidió aportar posteriormente otro ya auténticamente estratosférico  (8/2/1969). Con el mismo formamos ayer la final pareja de esta serie en compañía de otra imagen de un telesilla individual que ocupa una coqueta deportista en una ilustración de Charles Saxon (30/1/1960).



Concluimos con una colección de portadas que pone de manifiesto el juego que han dado los telesillas en publicaciones de muy dispar temática: Life (3/8/1937, foto de Alfred Eisenstaedt), Vogue (15 de diciembre de 1939), Popular Mechanics (enero 1948), Playboy (noviembre de 1958), Punch (19/2/1969, ilustración de George Sprod) y Mortadelo Gigante nº 13 (1976) que nos sirve para apoyar nuevamente la candidatura de F. Ibáñez al premio Princesa de Asturias.

 
 
 



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