La primera portada de año del semanario The New Yorker luce una ilustración de Harry Bliss titulada “Out in the Cold”. Si no llevamos mal las cuentas, la 23ª de este artista desde que en 1998 iniciara su colaboración con la revista. En esta ocasión ha presentado, ostensiblemente aterida de frío, a la mascota que la revista satírica Puck tomó de 'El Sueño de una noche de verano' de Shakespeare. Un travieso personaje cuya efigie sigue observando la ciudad desde la esquina del Edificio Puck, construido para albergar al semanario publicado entre 1876 y 1918 (una segunda dorada figura, de menor tamaño, lo hace desde lo alto de la puerta de entrada principal). Un inmueble situado en el cotizado SoHo que, por cierto, es propiedad del yerno de Trump.
La tapa fechada el día 14, titulada “A New Leaf”, es la primera de Anna Parini, una ilustradora italiana afincada en Barcelona, que viene publicando trabajos en la publicación neoyorquina desde el año 2015. Adjuntamos la versión impresa acompañada de una animación creada por José Lorenzo.
Y añadimos algunas otras portadas de esta artista que, como puede verse a continuación, ha colaborado repetidamente con el semanario italiano Internazionale.
La tercera cubierta neoyorquina del mes también incorporó un nuevo portadista, en este caso el francés afincado en California Pascal Campion. Es notable que este artista había acumulado en su Facebook una considerable galería de propuestas, de las que finamente ha visto publicada la denominada “Big City”, aunque con un curioso cambio de postura del su pequeño contemplador de la gran ciudad, que ha perdido su acompañante. Ya nos gustaría conocer los pormenores de esos cambios. ¿Pedagogía antirriesgos?
Y añadimos algunas otras portadas de esta artista que, como puede verse a continuación, ha colaborado repetidamente con el semanario italiano Internazionale.
La tercera cubierta neoyorquina del mes también incorporó un nuevo portadista, en este caso el francés afincado en California Pascal Campion. Es notable que este artista había acumulado en su Facebook una considerable galería de propuestas, de las que finamente ha visto publicada la denominada “Big City”, aunque con un curioso cambio de postura del su pequeño contemplador de la gran ciudad, que ha perdido su acompañante. Ya nos gustaría conocer los pormenores de esos cambios. ¿Pedagogía antirriesgos?
Cabe añadir que este ilustrador trabaja habitualmente para la editorial Marvel, en la que ha firmado unas cuantas variantes de portadas para números especiales de sus colecciones. Acompañamos algunos ejemplos.
Después de ese aire fresco introducido por los nuevos colaboradores, vuelta la burra al trigo en el último número de enero, con la 29ª tapa dedicada a Donald Trump. Y segunda de Cuneo protagonizada por el presidente, tras su golfística visión de mayo del año pasado ("The swamp", el pantano, una referencia a la denominación que Trump había dado a la administración de Whasington, de cuyo "saneamiento" hizo un punto de su programa). La colección de presidenciales ilustraciones puede verse en el apunte en el apunte Revista de portadas de septiembre (3ª parte): The New Yorker, donde, aparte de esta última, también falta la de Barry Blitt reseñada en la Revista de portadas de diciembre (2ª parte).
No solo la temática es machaconamente aburrida, y ¡a buenas horas con el muro!, sino que el enfoque resulta bastante poco original, muy en línea con lo ya visto en The Week hace tres números. Nos ha recordado, particularmente, la adjunta viñeta de Jim Morin publicada el pasado 4 de enero. ¡Con la de funcionarios federales en forzoso paro por el cierre parcial de la administración que habrían agradecido que esa portada se hubiera acordado un poco de ellos!
Así que la dirección de la revista neoyorquina quizá no haga sino afianzar la visión que hace unos días daba Rick McKee sobre las "élites liberales" (ojo con ese adjetivo; enlazamos un artículo de Miryam Lindberg sobre el significado de liberal en inglés americano).
P.S.- En España, Esteban también inspiró su viñeta de ayer en La Razón en el enladrillado del despacho oval, que utilizó como base para un ingenioso juego de palabras.
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