viernes, 5 de marzo de 2021

CLIPDA CDXIX: La parodia de obras de arte en el semanario Don Quijote (3ª parte: El fusilamiento de Torrijos)


Retomamos hoy una subserie de la colección CLIPDA que dejamos en suspenso nada menos que en octubre de 2019. ¡Qué cabeza la nuestra! Así es que entendemos procede iniciarla con un sumario repaso de los antecedentes.  

Comenzábamos el CLIPDA CCXCVII: la parodia de obras de arte en el semanario Don Quijote (1ª parte), un apunte publicado el 18/10/19, con un recordatorio de la doble página central  de Alaminos en el número 4 (22/1/1893) de la citada publicación satírica, con una paródica recreación del cuadro de Ulpiano Checa (1860–1916) 'La invasión de los bárbaros'. Un óleo también conocido como 'La entrada de los Hunos en Roma' del que ya nos habíamos ocupado monográficamente en el CLIPDA CCLXXVI.


Pero la comentada con detalle en ese apunte era la ilustración del número del 29/12/1893 con la que Eduardo Sojo retomaba el arte como fuente de inspiración de las páginas centrales del mordaz semanario. Una parodia, titulada 'El último día de la patria', del cuadro 'El último día de Numancia' (1881) de Alejo Vera. Una composición que representa el momento en que los últimos defensores de la mítica población celtíbera se suicidan para no ser capturados vivos por los romanos que ya franquean la muralla.


En el CLIPDA CCXCIX: la parodia de obras de arte en el semanario Don Quijote (2ª parte) tratamos la doble página central del número del 26 de julio de 1895. Una ilustración  títulada 'La gran campanada' en la que se parodia, como oportunamente advertía el pie, el cuadro 'La campana de Huesca'. Un magno óleo, oficialmente conocido como 'La leyenda del Rey Monje', pintado en 1880 por José Casado del Alisal, que forma parte de la colección del Museo del Prado, pero que desde 1950 se encuentra en depósito en el Ayuntamiento de Huesca.


Retomamos hoy el recorrido por las parodias de obras de arte aparecidas en el semanario Don Quijote con la titulada "Morir habemos". Una ilustración publicada en el número fechado el 28 de enero de 1898 en la que, como habitualmente se hacía en los pies de esas vistosas piezas, se aclaraba que el modelo utilizado era el enorme lienzo (390 × 601 cm) de Antonio Gisbert  titulado 'El Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga' (1888).

Los papeles de los frailes que asisten a quienes van a ser fusilados están interpretados, de izquierda a derecha, por el ministro de Gobernación,  Trinitario Ruiz Capdepón, el presidente del gobierno Práxedes Mateo Sagasta, que desempeñaba el cargo por sexta vez desde el 4 de octubre de 1897, y el ministro de Ultramar Segismundo Moret. El breviario que este sostiene en su manos esta abierto por un capítulo titulado Autonomía, en referencia a que en el mes de enero había entrado en vigor en Cuba un régimen autónomico, conforme a lo dispuesto en  la Carta Autonómica de Cuba otorgada, cuando ya era demasiado tarde para detener la insurrección, mediante real decreto del 25 de noviembre de 1897. Obsérvese que la nave hundida a la izquierda representa al Estado español en una premonitoria metáfora, porque poco más de dos semanas después, el 15 de febrero de 1898, se produciría la explosión del acorazado estadounidense Maine.

Mientras la Agricultura, el Comercio y la Industria yacen ya en el suelo, las preparadas para el ajusticiamiento representan a la Prensa, la Ley, la Autoridad, la Vergüenza, el Crédito Público, la Moralidad, la Opinión, la Libertad y la Justicia. Tremenda metáfora de la descomposición del régimen que es saludada por un porcina versión del Tío Sam que aparece sentada junto a la vacía Caja del Tesoro de la que huyen las ratas.



El original que se conserva en el Museo del Prado está considerado una de las obras maestras de la pintura histórica española del siglo XIX. Se trata de un cuadro encargado por uno de los gobiernos de Sagasta con la intención de que sirviera de recordatorio de lo costosa que puede resultar la lucha por la libertad. ​Y es que la escena representada es el fusilamiento, sin juicio previo, que tuvo lugar el 11 de diciembre de 1831 en las playas de Málaga. Una acción en la que el significado luchador contra el absolutismo que fue el general Torrijos fue ejecutado junto a cuarenta y ocho de los sesenta leales con los que había desembarcado ocho días antes, procedente de Gibraltar, para liderar un pronunciamiento contra el régimen de Fernando VII. Pero traicionado por el gobernador Vicente González Moreno, que le había prometido su apoyo, fueron apresados y ejecutados de inmediato por las tropas absolutistas.

Con motivo de la inicial exhibición del cuadro en el Palacio de Exposiciones del Parque de MadridLa Ilustración Española y Americana publicó en su número del 30 de agosto de 1888 una xilografía realizada por Bernardo Rico a partir de una foto de Jean Laurent Minier, que reproducimos a continuación.



En el marco de los actos de celebración del Bicentenario el Museo del Prado, y para conmemorar el 150 aniversario de la nacionalización de las colecciones reales, entre el 26 de marzo y el 8 de septiembre de 2019 se celebró la exposición Una pintura para una nación. El fusilamiento de Torrijos. Una muestra específicamente dedicada a la única pintura que ha sido específicamente encargada por el Estado con destino al Prado, en la que también pudo verse el dibujo preparatorio, que era expuesto por primera vez tras su restauración.


Si tienen una hora larga, harán bien en invertirla en deeitarse con la muy documentada conferencia impartida el miércoles 24 de abril de 2019 por el mierense Javier Barón, Jefe de Conservación de Pintura del Siglo XIX de la pinacoteca madrileña. Una fantástica lección de arte e historia.



Concluimos con el soneto en honor de los ejecutados escrito por el poeta liberal José de Espronceda nada más conocer su triste suerte:

Helos allí: junto a la mar bravía
cadáveres están, ¡ay!, los que fueron
honra del libre, y con su muerte dieron
almas al cielo, a España nombradía.

Ansia de patria y libertad henchía
sus nobles pechos que jamás temieron,
y las costas de Málaga los vieron
cual sol de gloria en desdichado día.

Españoles, llorad; mas vuestro llanto
lágrimas de dolor y sangre sean,
sangre que ahogue a siervos y opresores,

Y los viles tiranos, con espanto,
siempre delante amenazando vean
alzarse sus espectros vengadores.



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