sábado, 22 de septiembre de 2018

Cosas de la lengua 38/2018


'Now family ilusiones, pero logándose' es el deliberadamente ininteligible título del último artículo de Alex Grijelmo. Una fundamentada crítica del lenguaje que utiliza la banca para comunicarse con sus clientes. Pero hay que presente que lo hacen dirigidos por expertos que detectan que son los clientes quienes sufren un lingüístico complejo de inferioridad. El que les lleva a considerar menos atractivas a las entidades que no recurren a esos giros que los usuarios distan de dominar.

Así es que por no poner pacificador (peacemaker) en español, el dibujante Puebla hace escribir a Margarita Robles marcapasos (pacemaker) en la bomba de su viñeta del pasado jueves. ¿Habrá una segunda intención que no hemos pillado?

Bastante peor es, a fin de cuentas, que una poderosa aerolínea como Cathay Pacific se equivoque al rotular uno de sus aviones.

 

No hay errata, en cambio, en la viñeta de ayer en la que Postigo acuña el neologismo "plagicida". Serendípico.

Con la pujanza que tiene el inglés, resulta interesante prestar atención a las novedades que van siendo acogidas en sus principales diccionarios. Enlazamos el artículo en que el americano Merriam-Webster presenta los términos incluidos en el último semestre (y este enlace les llevará a la presentación de la anterior tanda de novedades,  realizada en marzo). Nos ha llamado la atención el peculiar inicialismo, con punto y coma incluido, TL;DR (too long; didn't read). El que se utiliza para manifestar que algo parece demasiado largo para merecer ser leído. ¿A que se les ocurre algún doctoral ejemplo reciente?

En Verne hemos leído La lista de sinónimos de un narrador deportivo para no decir cien veces "pasa el balón". Un artículo nacido a partir de la antigua libreta-chuleta encontrada, tras 20 años sin usarla, por el comentarista deportivo Miguel Ángel Román. Interesante su apreciación final de que la locución televisiva "Cada vez es más descriptiva, más parecida a la radio, aunque no haga falta porque la gente ya está viendo el partido". Parece que el género necesita una renovación.

Muy llamativos nos han parecido los errores que presentaba la primera versión del artículo dedicado al duatlón en el Martes Neológico del Centro Virtual Cervantes. Como somos muy dados a recortar las cosas que nos sorprenden, les traemos aquel fragmento inicial junto con la versión corregida que hemos visto publicada posteriormente.

Al poco de que subiéramos nuestro apunte del pasado sábado, el Laboratorio del lenguaje del Diario Médico publicó el artículo Archibald J. Cronin (1896-1981) (I). Primera parte de una semblanza biográfica del médico escocés que tuvo sus primeros contactos con su profesión embarcado en un buque de guerra cuando apenas había comenzado a cursar sus estudios.

Hoy mismo se publica la segunda parte, en la que se narra como fue una una gastropatía que le obligó a guardar la que le animó a escribir su primera novela, Hatter’s Castle (El castillo del sombrerero). El éxito obtenido, completado con una versión cinematográfica, le llevó cambiar la medicina por la literatura, pero sin olvidar incluir en sus textos numerosas referencias a su anterior profesión.

Un futuro “abierto” para las publicaciones científicas es una oportuna reflexión sobre el impacto del Plan S recientemente lanzado por agencias de investigación de once países europeos con el apoyo de la Comisión Europea. Una iniciativa que propugna que todo lo publicado con fondos públicos sea de libre acceso inmediato. Una clara amenaza para el modelo de negocio de las publicaciones científicas que tratan de hacer valer la importancia de sus procesos de selección y revisión.

José Ignacio de Arana constata en el artículo Hacer de cuerpo como individuos que multiplican  en su charla común los “mecagüen”, luego sienten ante el médico un arrebato de pudor y apelan a expresiones como hacer de cuerpo, hacer de vientre, obrar o aliviarse. Lenguaje y contexto.

Fundéu recordó el lunes que el país del flamante nuevo poseedor del récord mundial de la maratón, en español se escribe Kenia, no Kenya. Y que el gentilicio más recomendable es keniano, aunque también es correcto keniata, una forma influenciada por el apellido del líder de la independencia y primer jefe del Estado de ese país, Yomo Kenyatta.

Cabe añadir que el nombre original de ese dirigente era Kamau wa Ngengi (Kamau hijo de Ngengi). Pero en 1914 se bautizó, adoptando el nombre de pila de John Peter, que más tarde cambiaría por Johnstone, siempre con el apellido Kamau. Pero en 1938 adoptó el nombre de Jomo Kenyatta, tomando su nombre de un término kikuyu que significa "lanza ardiente" y su apellido del apodo kinyatta que le aplicaban por su afición a lucir un típico cinturón de cuentas masai así llamado.

Ese estado africano toma su nombre del monte Kenia que, con sus 5.199 m, es el más alto del país. Aunque el topónimo original en suajili es Kenya, que es el utilizado en la mayor parte de lenguas extranjeras, el dígrafo ny se lee en el idioma local como nuestra eñe, por lo que antiguamente (por ejemplo, en alguna edición de la Enciclopedia Espasa), se utilizó ocasionalmente la forma Keña.

El primer registro del nombre de esa montaña se debe al explorador alemán Johann Ludwig Krapf que, a mediados del siglo XIX, utilizó las transcipciones KeniaKegniaAdjuntamos un fragmento del mapa de África publicado en 1856 por J. Andriveau-Goujon en el que aparece identificado con la primera de esa grafías (el mapa completo puede consultarse, junto con otros antiguos de ese continente, en la web de la biblioteca de la Universidad de Princeton). Así que la opción adoptada por nuestra lengua tiene un sólido histórico fundamento.

Ya puestos, añadir que el nombre de la capital Nairobi proviene de la frase masai Enkare Nyorobi. Una expresión que significa "lugar de aguas frescas", por las del río del mismo nombre que atraviesa la ciudad.

El propio lunes, los urgentes también recordaron, en un segundo apunte, que la expresión hacer partícipe debe concordar en número con los implicados.

El martes volvieron a la geografía para señalar que Idlibmejor que Idleb y Edlib, es la transcripción recomendada del nombre de la ciudad siria, capital de la provincia homónima controlada por contrarios al régimen del Al Asad, en que va a crearse una zona desmilitarizada. Curioso lo poco que le gusta a las genetes de Fundéu utilizar mapas en sus ilustraciones.

Más geografía encontramos en el siguiente apunte. Un recordatorio de que en los nombres propios el Caribe y las Antillas se escriben con el artículo en minúscula, dado que este no forma parte fija del topónimo.

El jueves se ocuparon de corregir la habitual omisión de la preposición 'para' cuando se usa, casi siempre en oraciones negativas, el defectivo, además de intransitivo, verbo obstar: (algo) no obsta para que. Interesante la nívea ilustración de un impedimento.

Ayer cerraron ciclo con un apunte en el que se recuerda que hibridar, y no hibridizar, es el verbo más adecuado para aludir a la acción de ‘producir híbridos’. Un verbo anteriormente característico de las ciencias de la naturaleza, que ahora tiene un uso mayoritario en el campo de la automoción. 

Esta semana ha sido la Red Española de Inmigración la oenegé que ha pedido a la Real Academia que modifique algunas definiciones incluidas en el lema negro. Muchos siguen sin entender que, más allá de los matices, la docta institución tan solo debe ejercer de notaria del uso de las palabras que hacen los hablantes (enlace a la noticia). Así que más bien deberían dirigir sus esfuerzos a convencer a estos.

Muy recomendable lectura, nos parece, el artículo Desdichas universitarias publicado por José Adolfo de Azcárraga el pasado jueves en El Mundo. Pero lo traemos aquí, sobre todo, porque contiene un puñado de interesantes ejemplos de las relaciones entre el buen lenguaje y la gobernanza de las instituciones. Un buen contraejemplo es la denominación titulaciones que denota la fatuidad de los promotores de ese mal utilizado término.

Finalizamos con una viñeta de JM Nieto publicada en Abc que incluye una cita del más famoso libro de Carlo Collodi, un escritor que adoptó como seudónimo el nombre del pueblo de la Toscana donde nació su madre.





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