martes, 11 de septiembre de 2018

El deporte como (mal) ejemplo


Los deportistas son uno de los grandes referentes de la sociedad contemporánea. Por ello resulta especialmente preocupante la concentración de bochornosas conductas que se ha producido este fin de semana.

Primero fue Valentino Rossi quien protagonizó una fea escena negándose a estrechar la mano que le ofreció Márquez. Y, ojo, que no negamos al campeonísimo italiano su derecho a decidir con quien quiere mantener amistosa relación, pero se nos hace insufrible hipocresía insertarlo en un discurso de que ese tipo de gestos no son necesarios porque todo está bien (más detalles). Resultado: un ídolo caído para no pocos españoles, mientras el catalán es sistemáticamente abucheado en Italia.

El sábado llegó el serenazo. Tremendo ver a una campeona perder la cabeza de esa manera. No ya por protestar una decisión ciertamente rigurosa, aunque plenamente ajustada al reglamento tras una transgresión del mismo admitida incluso por su entrenador, sino por los modos y el argumentario. Primero ridículamente envuelta en su condición de madre, ¿qué tendrá que ver con lo que estaba pasando allí?, y luego de mujer. La peor cara del victifeminismo más hipócrita en el que solo le faltó apelar también a su raza. La cosa habría tenido más credibilidad si no hubiera ido perdiendo claramente cuando se desató su ira.

Y quién sabe cuanta culpa hayan podido tener invitaciones al divismo como ese 'Perfectly Serena' del último número de agosto de la revista Time. Interesante preguntarse, también, qué personales convencimientos llevaron a Serena Williams proferir ese inquietante '¡No me arbitrarás nunca más en tu vida!' (You are a liar. You will never be on a court of mine as long as you live). 

Pero lo peor estaba por llegar, porque con semejante referente ¿qué hizo el público? Pues abuchear a la brillante vencedora, la japonesa Naomi Osaka que se había impuesto con rotundidad. De esto apenas se ha hablado. Vale que Serena pidió poner fin a esa antideportiva actitud, pero ¿cabía no hacerlo?

Muy expresiva gestualidad del juez principal
del torneo Brian Earley y de la
supervisora de la WTA Donna Kelso
Lo más ridículo de todo es que el asunto se haya zanjdo con una sanción económica, ¿qué son 17.000 dólares para Serena?, cuando lo que procede para domeñar ese inmenso ego es que no pueda jugar mientras no se disculpe públicamente ante un árbitro que no faltó en lo más mínimo a sus obligaciones. Pero quienes viven de la mamandurria del show ya se han apresurado a mostrar su comprensión hacia la diva. ¡El espectáculo debe continuar (y dando buena leche)! Solo nos queda la duda de por qué están tan seguros de que la presunta discriminación fue por ser mujer y no por ser negra. Como dice Rafa Latorre en El Mundo, Para la próxima.

Pues todavía nos quedaba por asistir el domingo al increíble episodio protagonizado, esta vez no por una figura, sino por el bastante poco conocido piloto de Moto GP Romano Fenati. Quien no tuvo mejor ocurrencia que accionar el freno de la moto de su rival Stefano Manzi cuando ambos circulaban a más de 200 kilómetros por hora. Eso cuando luchaban ¡por la 16ª posición!

Pues la nuevamente ridícula sanción fueron dos grandes premios. Más absurda aún a la vista de su lamentable historial previo. Las consecuencias de que el feo precedente de largar una patada en marcha a un rival se resolviera con un mero retraso a la última posición en la salida. Claro que había un feo antecedente de 2015 en que una acción similar de Valentino Rossi sobre Márquez se saldó con una muy tibia penalidad.

Está claro que las autoridades deportivas están mucho más por el espectáculo, estas cosas es obvio que atraen audiencia, que por la pedagogía. Menos mal que, en este caso, ha sido el propio equipo del descerebrado quien ha puesto la sensatez procediendo a expulsarle.

¿Hacia donde va una sociedad con estos modelos de comportamiento y regidores?

Añadir, para finalizar, que este último episodio ha suscitado unas cuantas recopilaciones de las acciones más bochornosas del deporte. Dos ejemplos: El Mundo y Marca. Está por hacer una clasificación rigurosa.






Anexo: de los tres incidentes comentados, solo hemos visto reflejar en viñetas la enajenación de Serena. David Rowe  recreó la escena en clave política, mientras que el también australiano Mark Knight se centró en el berrinche original (lo que le ha valido ser acusado de sexista y racista: así son los nuevos tabúes). Ann Telnaes aprovechó para personificar también en Trump su dibujo del Washington Post, mientras que el canadiense Michael de Adder tuvo que remontarse casi 40 años para buscar la comparación con McEnroe (que no recordamos llamara nunca nada parecido a ladrón a un árbitro; su descalificación más famosa es el "you cannot be serious" que da título a su biografía del año 2002).






Adenda: la viñeta de Knigt se convertido, de la mano del también australiano David Pope, en una de las que más rápidamente hemos visto replicar.

No tardó mucho en aparecer una segunda versión, esta con Trump como protagonista, realizada por Michael de Adder, un dibujante canadiense que se ha mostrado muy activo en este asunto.


Añadimos una portada de Punch de 1983 para información de quienes piensen que el dibujo de Mark Knight es sexistamente cruel.


Entre las viñetas que hemos visto con posterioridad a la publicación del apunte también cabe destacar la de Nate Beeler en The Columbus Dispatch (Ohio) del día 11 y la de Stephane Peray, de sentido bien contrario, sobre cómo dibujar a Serena sin exponerse a la ira de la neoinquisición. Cierra la serie la visión de los sudafricanos Dr Jack & Curtis con el patriarcado como señalado.








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