En el año 2014 dedicamos una serie de cuatro apuntes, titulada 'Atribuciones nacionales por antonomasia', a repasar los significados que nuestro idioma da por extensión a los gentilicios nacionales. En la cuarta entrega explicábamos por qué turca vale en castellano por borrachera (8ª acepción del DLE), así como el origen de la sustantivación del adjetivo turquesa, arcaica forma aplicada a lo que procede de Turquía, llegada a través del francés turquoise, para dar nombre a una piedra semipreciosa que, sin embargo, no se produce en ese país. Pero fueron sus hábiles comerciantes quienes la popularizaron.
Aunque en aquella entrada nos adentrábamos hasta en los motivos que vinculan con Turquía el nombre que el inglés da a los pavos (turkey), explicación con traductoria anécdota incluída, omitíamos entonces señalar que las Islas Turcas y Caicos (en inglés Turks and Caicos Islands) son un territorio de ultramar dependiente del Reino Unido que toma su nombre de una especie de cactus allí abundante (Melocactus), cuya forma recuerda un fez turco, mientras que caicos deriva del taíno caya hico que da nombre a las islas que conocemos como cayos.
Focalizábamos aquellos artículos en los sustantivos, y tan solo ocasionalmente hacíamos alguna referencia a los usos como adjetivos.
Pero ahora ha sido una viñeta del suizo Herrmann publicada en el diario Tribune de Genève sobre las feas prácticas electorales de Erdogan, que ha ordenado repetir la elecciones que perdió en Estambul, la que nos ha llevado a revisar el uso que nuestro idioma hace del adjetivo turco,-a. Pero vamos a comenzar por observar que el dibujo que hoy nos inspira acuña el neologismo 'urna turca'. La que, como bien puede verse, tiene la peculiaridad de canalizar la papeletas directamente al sumidero.
Al hilo de esa humorística representación, nos ha sorprendido comprobar que el modelo de aseo denominado 'placa turca' no aparece recogido en el Diccionario normativo del español. Un artefacto que en francés es toilette à la turque, expresión que casi calca el italiano con su agabachado toilette alla turca, mientras que el portugués se reparte entre el retrete turca europeo y el vaso sanitário ao estilo turco brasileño. Y pese a las improbables teorías etimológicas que meten en danza a un tal Bert Vandegeim, supuesto ciudadano belga que, nada menos que en el siglo XII, habría reparado en el aspecto de turbante que adquirían sus faldamentas cuando se las remangaba sobre la cabeza para no ensuciarlas mientras hacía uso del invento, resulta llamativo que hasta en el epónimo país recurran a un resignado alaturka tuvalet.
Una vez multilingüísticamente reseñado el sanitario que el inglés denomina squat toilet (lit. wáter agachado) a partir de la postura requerida en el más esforzado de sus usos, vamos a ir al diccionario en busca de otras expresiones en las que participe el gentilicio de hoy. Y esto es lo que hemos encontrado:
baño turco: baño en que se somete el cuerpo o parte de él a la acción del vapor de agua o de otro líquido caliente.
cabeza de turco: persona a quien se achacan todas las culpas para eximir a otras.
café turco o café a la turca: café que se prepara sin filtro, vertiendo agua hirviendo sobre el café molido.
cama turca: especie de sofá ancho, sin respaldo ni brazos, que puede servir para dormir en él.
silla turca: escotadura en forma de silla que ofrece el hueso esfenoides (más detalles).
tabaco turco: tabaco picado en hebras, muy suave y aromático.
Y aún cabe recordar la popularidad que alcanzaron las coloquiales referencias al título de la novela de Antonio Gala 'La pasión turca' (1993), que al año siguiente fue llevada al cine por Vicente Aranda. Como muchos recordarán, con Ana Belén en el papel de Desideria, la mujer de anodina vida matrimonial que se deja arrastrar por una intensamente erotizada pasión. Historia con un dulcificado cinematográfico final, que difiere del fatal de la novela que está impregnada de un sometimiento que hoy rechina bastante bajo la lupa de los valores emergentes.
Finalizamos con un recuerdo para la Andrómeda (1991) de Tamara de Lempicka, que fue la imagen escogida para la portada de las exitosas ediciones de la novela publicada por Planeta.
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