Leíamos ayer en el diario La Nueva España una información sobre el artículo publicado en la revista Nature Genetics que tiene como primer firmante, ¡¡de una lista de 69!! (1), al biólogo ovetense Antonio Fernández Pardiñas. Pero los lectores que no hayan pasado de los titulares, que no habrán sido pocos, se habrán quedado sin saber que la investigación reseñada se ha desarrollado en la Universidad de Cardiff (Gales).
No vamos a cebarnos con aquello de que no se es de donde se nace sino de donde se pace, pero parece claro que, a lo sumo, cabría decir que "Un asturiano lidera un estudio que revela claves de la esquizofrenia". Aunque no queremos olvidar señalar que Enrique Santiago Rubio, este sí de la Universidad de Oviedo, aparece como firmante en el puesto 33.
Este asunto nos hace recordar que, a primeros de mes, nos hacíamos eco en el apunte Mal empezamos de otro logro de un investigador asturiano conseguido a considerable distancia. Y conste que nos parece sanísima la muy deseable movilidad de los científicos, pero no tanto cuando lo es por obligación.
Como complemento a esta particular tragedia migratoria astur, hemos elaborado un gráfico que muestra la evolución del tamaño relativo de la población de las comunidades autónomas desde 1975. Un año que nos parece un referente interesante por cuanto marca el inicio de la transición a la democracia con el consiguiente cambio del modelo de gestión territorial.
Lo que, en definitiva, quiere decir esa ilustración que se apoya en un semafórico código de colores, es que el peso de los asturianos en el total de la población española actualmente es un 73% del que teníamos en 1975, mientras que los residentes en Baleares han aumentado su "cuota" en un 50%. Y no puede olvidarse que el principal motor de esta dinámica demográfica es la actividad económica, con la consiguiente oferta de trabajo que lleva aparejada.
A continuación puede verse con más detalle la divergente evolución del número de residentes en España y en Asturias:
A la vista de estas magnitudes, quizá coincidan con nosotros en que no puede decirse que la asturiana es una comunidad a la que le ha sentado muy bien el estado de las autonomías.
Añadimos un último gráfico que permite valorar esta pérdida de peso demográfico en un contexto histórico más amplio.
Y terminamos pidiendo disculpas si estas consideraciones pudieran haber distraído su atención del gran debate astur del momento que, como es bien sabido, es el de la oficialidad del bable.
(1) Nuevo récord en los artículos comentados en este blog que hasta ahora ostentaban los 56 firmantes del artículo de Nature que dio pie al apunte La legión arribafirmante.