Casi obligado resulta empezar este cuarto recorrido del año con la presentación del ‘Informe de la Real Academia Española sobre el lenguaje inclusivo y cuestiones conexas’. Un análisis lingüístico de la Constitución realizado por encargo de la vicepresidenta Calvo en el que se sugieren muy pocos cambios. Apenas incluir en varios artículos los términos ‘reina’ y ‘princesa’, además de abrir la puerta al desdoblamiento de algunos cargos como ‘Presidente del Gobierno’ y ‘Presidenta del Gobierno’.
Un interesante detalle, poco comentado en las muchas reseñas de copia y pega que se han publicado, es que el examen comparativo de las Constituciones de Chile, Colombia, México y Venezuela, entre los países hispanohablantes, más las de Francia, Italia y Portugal, en cuanto a otras lenguas románicas, concluye que el desdoblamiento tan ansiado por los encargantes solo se observa en el texto bolivariano.
Como era de esperar, Calvo encajó mal el informe y acabó refugiándose en asuntos diferentes a los planteados. Por ejemplo la feminización de palabras como vicepresidente que, por cierto, ya recoge el DLE. Imposible discernir cuando esta señora no se entera y cuando lo simula, pero como bien concluia un editorial de El Mundo, sí que acertó cuando dijo que "avanzar en el lenguaje inclusivo o pararlo no está en las manos de nadie". Y, ciertamente, tampoco en las suyas.
Pero eso no impidió que continuara con el berrinchete, claramente destinado a distraer la atención sobre cosas más importantes, cargando contra el uso del tradicional masculino genérico en la denominación del Congreso de los Diputados.
A ver si tan ignoranta cantanta por lo menos consigue convencer a las gentes de 'El Mundo Today' para que adapten su parodia de la Carta Magna.
En el frente del humor cabe añadir a la anterior ironía de Esteban que Manel Fontdevila fue de los que no se quedaron satisfechos con que la docta casa considerara preferible la redacción constitucional con un lenguaje similar al que utilizan la mayor parte de los españoles. Y JM Nieto enlazaba ayer esa artificiosa polémica con otra de bastante más calado, cual es la reforma a la medida del Código Penal.
Cambiamos de asunto. Muy explicativo sobre el contenido resulta el título de la última 'La punta de la lengua' de Álex Grijelmo: “Pedir un suplicatorio” es “pedir una petición”. Y es que, como se encarga de aclarar el autor, “suplicatorio” es el documento donde se escribe una súplica que, por tanto, se presenta, redacta, elabora, dirige, traslada, da curso o tramita. Pero no se pide. Ocasión habrá de comprobar cuántos compañeros leen al lingüista periodista de El País.
Lola Pons Rodríguez publicó en ese mismo diario “Cuyo”, el pronombre que lleva siglos resistiéndose a morir. Un artículo cuyo sugerente arranque no nos resistimos a reproducir: Si el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe, como afirma el sevillano Luis Cernuda en su poema, el futuro de la lengua es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. ¿Verdad Carmen?
Aprovecha la autora para señalar que se llama “quesuismo” al abuso de la alternativa "que + su". Y no olvida citar el “cuyo” más famoso de la lengua española: el cervantino "de cuyo nombre no quiero acordarme". En lo que a nosotros respecta, ¡larga vida al cuyo!
Alicia Mariscal Ríos trató en el Martes Neológico del Centro Virtual Cervantes sobre el anglicismo workshop. Un término formado por composición de los sustantivos work (‘trabajo’) y shop (‘tienda’), que el inglés utiliza desde antiguo como denominación de taller y, ya a partir del siglo xx, con el significado de "reunión para el estudio".
Aunque Fundéu recomienda sustituir ese anglicismo por taller cuando se emplee con el significado de ‘seminario’ o ‘grupo de personas que realizan su trabajo persiguiendo un fin común’, la autora propone llevar el neologismo al diccionario con la siguiente definición: ‘reunión de expertos o de aprendices con la intención de profundizar en un área del conocimiento ya sea científica, técnica o profesional’. A nosotros nos sigue bastando con seminario (acep. 5ª y 6ª) que, además, tiene como sugerente étimo la denominación que el latín dio a las semillas (semina).
Fundéu comenzó su semanal batería de recomendaciones con la propuestas de utilizar el sustantivo preinvitación o expresiones como reserva la fecha o apunta el día como alternativas en español a save the date.
El martes recordaron que la locución alrededor de debe usarse sin anteponer la preposición a. Un apunte que acompañaron con seis claves de redacción para Fitur 2020.
En el siguiente artículo propusieron los términos rúter, enrutador, direccionador o encaminador como alternativas preferibles al anglicismo router.
Los urgentes se anticiparon el jueves al 75º aniversario de la liberación de Auschwitz, acaecida el 27 de enero de 1945, con 6 claves de redacción. Entre ellas la escritura con mayúscula de Holocausto (que etimológicamente es sacrificio con quema de la víctima) cuando hace referencia al perpetrado por el régimen nazi. Un exterminio cuyo nombre judío השואה, que significa ‘catástrofe’, se transcribe Shoah o Shoá.
Y ayer completaron ciclo recordando que en la construcción comparativa igual de, el adverbio permanece invariable.
Toda una elaborada taxonomía sobre el gobierno corporativo hay en el artículo de Manuel Conthe La Fiscal digital y el método Carmena. Pero lo más interesante quizá sea la interesante propuesta que formula para desbloquear la renovación del CGPJ. Qué gusto da encontrar lecturas constructivas en el marasmo opinológico actual.
Comenzamos el recorrido por el Laboratorio del Lenguaje del Diario Médico con el artículo Dudas de acentuación (I): ¿síndrome o sindrome? Fernando A. Navarro aclara en el mismo que los helenismos no conservan en español la acentuación que tuvieran en griego antiguo, sino que reflejan la que les dio el latín. Por ello, entiende que la pronunciación grave sindrome que se utiliza en algunos lugares de América probablemente sea un galicismo prosódico. En la segunda parte, publicada el martes, las acentuaciones debatidas son las de neumonía, epilepsia y endoscopia.
El mismo autor pone de manifiesto en Trago y tragedia el común étimo griego τράγος (trágos, macho cabrío) que comparten la pequeña eminencia de la oreja y el género teatral. El primero por evocativa referencia a los pelillos que en muchas personas asoman por la misma. Y el segundo por la denominación τραγῳδία (tragoidía; tragedia, literalmente «canto del macho cabrío») que los griegos dieron al canto ritual interpretado durante el sacrificio de los machos cabríos en las celebraciones en honor del dios Dioniso (Baco para los romanos, de ahí bacanales).
Echamos en falta en nuestras webs de referencia algún apunte sobre los muy de actualidad coronavirus. Una familia de patógenos cuyo [¡larga vida, Dª Lola!] nombre deriva de la apariencia similar a la corona solar que el microscopio electrónico ofrece de la envoltura de proteínas (peplómeros) que recubre la superficie de ese tipo de agentes infecciosos. Inevitable resultaba la humorística asociación con otra corona, como las que idearon Puebla, Javi Salado, César Oroz o Miki y Duarte.
Seguimos con el idioma inglés, cuya expresión Who's your daddy? nucleó una viñeta de Steve Kelly sobre las privilegiadas andanzas profesionales del hijo de Joe Biden. Las que dieron pie a las controvertidas exigencias de Trump a Ucrania y acabaron por desencadenar el impeachement.
Concluimos con la interesante inversión de papeles aplicada por Chris Riddell al concepto del elefante en la habitación. Una expresión cuya representación gráfica se trata, comenzando con uno de los escasos ejemplos de uso que conocemos en el humor español, en El oteador de clichés en las portadas (39): elefantes en la habitación.
PS - Subsanamos el olvido de la viñeta de Puebla en el Abc de hoy. Una pieza adscrita al decaído género del refranero gráfico (no viene a la memoria una viñeta de Tomás Serrano reseñada aquí y otra de Álvaro acá).
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