Reanudamos en Fundéu el lingüístico comentario iniciado el miércoles a la vista de la inusual extensión que ya apuntaba. No han faltado esta semana en la página web de esa fundación unas claves de redacción para las elecciones europeas y el desembarco de Normandía, estas demasiado focalizadas, en nuestra opinión, en el uso de mayúsculas y minúsculas.
La lectura de las primeras nos ha recordado la inclusión en el Diccionario de la Lengua Española, realizada en 2023, de una segunda acepción de favoritismo (Condición de favorito) que consagró un erróneo uso bastante habitual, sobre todo, en el periodismo deportivo. Bien está que la Rae actúe como notario del soberano uso del lenguaje que hacen los hablantes, pero creemos que ese error no estaba tan generalizado y su aceptación fomenta el lenguaje ambiguo. Descifrar "el favoritismo que permitió al empresario Barrabés adjudicarse algunos concursos" requiere ahora conocer la tendencia política del hablante.
Buen momento para recordar que en La lengua en la semana 24/2021 reseñábamos una recomendación de Fundéu [y nos parece una mala práctica que no conserven sus antiguos apuntes] que advertía que no era adecuado emplear es palabra con el sentido de ‘condición de favorito’ o ‘ventaja’.
Nos preguntamos si el día que sean muchos los periodistas que apliquen la sintaxis con la que Félix Vallina pretendía hace poco en La Nueva España que en Oviedo se queman garajes para garantizar la seguridad vecinal, semejantes construcciones llegarán a ser consideradas correctas.Pasamos a recomendar el artículo Despolitizar las lenguas publicado el miércoles en Abc en el que Manuel Toscano recuerda el peligro de los buenismos que han desembocado en el acoso nacionalista al idioma español en Cataluña.
Cerca de una veintena de expresiones taurinas encadena hoy Álex Grijelmo en El léxico deportivo salta al ruedo. Un artículo en el que apunta la consolidación de los préstamos del fútbol y el boxeo, este más restringido a unas pocas expresiones, a la par que vaticina la supervivencia de la herencia lingüística taurina a una eventual desaparición de los festejos con astados.
El dibujante argentino Tute aporta una luodolingüística pieza de lenguaje recursivo, mientras que el nicaragüense PX Molina se ha incorporado a nuestro recopilatorio de 'Juegos con globos de texto' con el desempolvado de un viejo bocadillo de Trump.
Javier Cuervo y Pablo García proponían ayer desde La Nueva España una irónica adaptación de la máxima "La mujer del César, además de ser honrada / honesta, debe parecerlo" (enlace CVC) que es la formulación de Cicerón del argumento utilizado por Julio César para justificar el repudio de su esposa Pompeya, nieta del dictador Sila. El motivo fue que trascendió la presencia de un hombre, el libertino aristócrata Publio Clodio Pulcro, que finalmente resultó absuelto de la transgresión que cometió, en la ritual celebración de la Bona Dea (Buena Diosa), una divinidad cuyo culto estaba relacionado con la fertilidad. Un festejo que estaba reservado a las mujeres y en el que Pompeya ejercía como anfitriona (más detalles).
La tira asturiana nos ha traído a la memoria una viñeta de Santi Orue del pasado 4 de abril.
Y La mujer del César se titula precisamente el interesante artículo publicado ayer en El Mundo por Fernando Jiménez Sánchez y Germán M. Teruel Lozano que nos invita a recomendar nuevamente la lectura de El olor de las conductas de Manuel Conthe.
García Morán parafrasea hoy en clave electoral la expresión "Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita" (enlace al CVC; recomendamos el repaso de los equivalentees en otros idiomas) cuyo origen cuenta con una popular explicación, con toda probabilidad apócrifa, basada en la fallida concesión matrimonial de Santa Rita de Casia, patrona de los casos imposibles que la iglesia celebra el 22 de mayo, a una poco agraciada devota (más detalles).
El propio dibujante de la Gaceta de Salamanca se encarga del apartado musical en esta jornada en que María Ostiz celebra su cumpleaños. Lo hace con un recordatorio de la canción compuesta e interpretada por la cantante asturnavarra titulada "Un pueblo es" (vídeo; letra) que grabó por primera vez en 1977. Un tema que hay quien interpretó como una respuesta crítica, desde una óptica conservadora, a la canción de protesta que tan popular era en aquel momento. Con todo, el tema fue prohibido en sus países por las dictaduras militares de Argentina y Chile.
Morten Morland convirtió el miércoles al líder de la extrema derecha británica Nigel Farage en un replicante del flautista de Hamelín que entona una música que cada vez atrae a más seguidores. Sigue el Sunacchio de Peter Brookes en el diario The Times del jueves que invita a recordar que, a diferencia de en español, Pinocho conserva en el idioma inglés (también en francés o alemán) su nombre original italiano Pinocchio.
[1] La viñeta completa de Santy Gutiérrez con la solución al acertijo
Anexo
El léxico deportivo salta al ruedo
Álex Grijelmo
Las metáforas del fútbol ganan terreno por su fuerza popular, y las del boxeo por nuestra golpeada existencia
El vocabulario taurino se introdujo durante siglos pasados en el lenguaje común, con felices metáforas para la vida cotidiana. La crónica agustina, del vallisoletano Bernardo de Torres Paredes, publicada en Perú en 1657, ya mostraba con sentido figurado la oración “avía de ver los toros desde la barrera”.
Esas fórmulas siguen muy vivas: un amigo nos echa un capote porque está al quite para paliar el bajonazo que nos han propinado, y nos dirá que no es valiente refugiarse en tablas, que debemos cambiar de tercio porque si no vamos a quedar para el arrastre. Y eso sí que no tiene un pase. Más vale, en efecto, coger el toro por los cuernos, sin entrar al trapo de la provocación. Alguien nos pone en suerte a una persona que nos interesa conocer. No hay que dejarse torear por nadie, por mucha mano izquierda que tenga. Ahora bien, todo nos parece más fácil a toro pasado. Dejar la política puede equivaler a cortarse la coleta, como demostró Pablo Iglesias, pero siempre se puede salir por la puerta grande aun dejando de ser un primer espada. Empezaremos el trabajo pronto para que no nos pille el toro, y lo afrontaremos mejor si nos hemos apretado los machos (la parte inferior de la taleguilla o pantalón).
Usted mismo puede añadir aquí otras muchas expresiones, como las que recogieron Carlos Abella (¡Derecho al toro! 1996) y Andrés Amorós (Lenguaje taurino y sociedad, 1990), entre otros.
Pero hoy en día el léxico deportivo —especialmente el del fútbol y el del boxeo— va ganando terreno. El del balompié, por su fuerza popular; y el pugilístico, por sus fáciles analogías con nuestra golpeada existencia. Los autores Castañón, Tomás y Loza lo estudian en su obra Términos deportivos en el habla cotidiana (2005).
A mediados del siglo XX se hablaba de casarse de penalti, expresión hoy tal vez residual; o de echar balones fuera. Años más tarde ya se podía perder una votación por goleada, o marcarle un gol a alguien por la escuadra. Ahora llegan la idea de calentar el banquillo, el desmarcarse del propio partido o el cuidado para que un político no sea pillado en fuera de juego. En nuestros días se extienden metáforas como “le di en el poste”, cuando casi se acierta en una predicción; o aquella que anima a quien va a desempeñar pronto un papel importante: “Calienta, que sales”. También mostramos tarjetas amarillas —los avisos taurinos— incluyendo el gesto de juntar los dedos índice y anular. O decimos “me la dejaste botando”, porque alguien nos pone algo en bandeja; o “sudar la camiseta” para un esfuerzo figurado; o “defender los colores de la empresa”. También se “ficha” a nuevos ejecutivos y siempre hay quien “se mete un gol” en propia meta.
Por su parte, el boxeo nos sirve metáforas como “besar la lona”, “no durará tres asaltos” o “quedó noqueado”, a menudo por “un golpe bajo” (el bajonazo de antes). A veces tiramos la toalla cuando alguien nos ha puesto contra las cuerdas. Y en otras ocasiones nos salva la campana.
Quizás los hablantes de hoy sean más conscientes de usar una metáfora cuando acuden al vocabulario de los deportes, mientras que muchas expresiones taurinas vienen a la conciencia sin que medie voluntad de estilo.
El léxico deportivo va ganando terreno, sí, pero dudo que decaiga el de la lidia, que probablemente sobrevivirá a una eventual desaparición de las corridas porque durante decenios reflejó con tino los triunfos, los trucos o los riesgos de las personas. Aún es imbatible en el imaginario colectivo la ancestral metáfora de las cornadas de la vida que a cada rato nos acechan y que a veces nos alcanzan.
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