Poco traductorio resulta el Trujamán Las costuras (a propósito del 8 de marzo) que Alicia Martorell dedica a las marcas de género. Un texto que nos invita a reparar en que sobran urgencias en el proceso de acomodación del lenguaje a las cambiantes sensibilidades. A título de ejemplo, habrá que dar tiempo a que se olvide que la coronela ha sido tradicionalmente la mujer del coronel para que ese, y el resto de empleos militares, flexionen su género dentro del estamento militar cuando los desempeñe una mujer. Probablemente llegará, pero sin prisas.
Aprovechamos para apuntar que, según el periodista Juan Cruz, la frase atribuida a Benedetti que encabeza el artículo es un hallazgo del escritor ecuatoriano Jorge Enrique Adoum que la encontró en un grafiti pintado en las calles de Quito. Así que Benedetti sería un mero popularizador de ese brillante enunciado de autor desconocido.
El propio miércoles leímos en Abc Los límites del mundo, un interesante elogio de Pilar Adón del cuidado del lenguaje. Muy recomendable. Y tampoco faltó Álex Grijelmo o a su hemisemanal cita con los lectores de El País. Como de costumbre encontrarán como anexo el texto íntegro de la edición de La punta de la lengua titulada esta semana Después de las siete.
Hace algún tiempo nos reprochaba Grijelmo, y no le faltaba razón, que le aplicáramos a sus escritos un gobalizante prejuicio sobre El País, pero sesgo propio de ese diario es que vuelva a buscar en el PP el caladero de los ejemplos inspiradores de sus interesantes artículos. Y mira que esta semana ha habido ocasión de aplicar la máxima de cantidad que menciona en su texto a todas esas infatuadas declaraciones (enlace vídeo; una versión más amplia) que tanto negaron la posibilidad de ceder competencias sobre inmigración con amparo en el artículo 149 de la Constitución. Y ahora resulta que, de pronto, sus autores parecen haber descubierto el colindante artículo 150. Así que toca debatir el significado de "materias de titularidad estatal que por su propia naturaleza sean susceptibles de transferencia o delegación". Pero tampoco nos desgastemos mucho, porque esto lo resolverán con el tradicional 7-5 los empolvados en el camino de Conde Pumpido.
Para ahondar la confusión, luego llegaría el bulo de Sánchez sobre lo dispuesto en la Ley de Extranjería en relación con las lenguas. Enlazamos la explicación de Alsina y completamos el comentario con una mención de la trola adicional que todavía se marcó el presidente del gobierno: los Mossos como FCSE en abierta contradicción con la ley que regula los cuerpos policiales.
Pasamos a La Voz de Galicia, diario en el que Francisco Ríos repasa en su columna Insultos algunas voces que han adquirido una carga peyorativa de la que carecían inicialmente. Se nos ocurre que un caso inverso es tronco, que antes que apelativo para designar a un amigo o compañero (2ª acepción; incorporada en un año del siglo xxi que no podemos precisar) fue Persona insensible, inútil o despreciable (todavía recogida como 9ª acepción en la que se echa en falta la etiqueta desusado).
Nos queda apuntar la interesante palabra desextinción que esta semana hemos encontrado en las noticias sobre unas ratas peludas que preparan el camino para una improbable recuperación de los mamuts, antes de pasar al lenguaje del humor con la colección de "tierras raras" de Castilla y León de la viñeta de JM Nieto del pasado domingo. Un dibujo que cuenta con la colaboración de Mañueco (PP), Carlos Martínez (PSOE), Carlos Pollán (Vox), Pablo Fernández (Podemos), Francisco Igea (ex Ciudadanos) y unos provincialios que no tenemos identificados.
Pinto & Chinto jugaron el lunes al equívoco con actor de reparto. Una anfibología que tuvo notable éxito en marzo de 2022, aunque con otro sentido de repartir, con motivo de la famosa bofetada de Will Smith (enlaces a recpilaciones de humor nacional y humor internacional). Debajo recordamos las viñetas que entonces publicaron Álvaro, Malagón y García Morán.
Ricardo ilustró el domingo el artículo Las quitas de Pedro el Cruel a las estudiantes de odontología (como Jéssica) de Emilia Landaluce con una leve adaptación del famoso‘Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor’ atribuido a Bertrand Dugesclin. Una frase que supuestamente habría pronunciado tras decantar la fratricida pelea entre Pedro I de Castilla y Enrique de Trastámara en favor de este último, aunque no queda acreditada en la información histórica disponible (más detalles en un artículo publicado en La Razón).
Aprovechamos para recordar que Peridis puso el 20/12/22 en boca del constitucionalista Pedro González-Trevijano la célebre frase que el 26/1/22 había asignado a Tezanos con motivo de la polémica proyección electoral entonces publicada por el CIS. Anteriormente la tenemos etiquetada a Netanyahu en el dibujo del 4/3/2020 y el 24/11/2004 en boca de Rajoy formulada como "ni quito ni pongo dictador".Javi Salado se apoyó el lunes en la fábula de La cigarra y la hormiga, que no parece especialmente apropiada para la quita de la deuda tratada, mientras que el martes era el cuento de Caperucita el que sustentaba su viñeta sobre la rebaja de condena a dos miembros de "La manada". Sigue la singular versión de Ricardo de La bella durmiente.
Resulta poco habitual encontrar dickensianos espíritus del pasado fuera de la temporada navideña, pero Michael Ramirez ha hecho una excepción a las tradiciones humorísticas para recordar la Ley de Aranceles conocida como Smoot-Hawley porque fue impulsada por el senador Reed Smoot y el diputado Willis Hawley. Una ley promulgada en junio de 1930, durante la presidencia de Herbert Hoover (quien pese a estar en desacuerdo no se atrevió a vetarla), que todavía es objeto de debate sobre hasta qué punto pudo agudizar la Gran Depresión de 1929. Menos discutible resulta que intensificó el nacionalismo en todo el mundo. Acompañamos una viñeta publicada el de marzo de 1932 en The San Francisco Examiner y concluimos con la que hoy publica Tom Gauld en The Guardian Books.
Anexo
Muchos políticos dan muestras de que sufren dificultades de comprensión lingüística, porque rara vez responden a lo que se les pregunta.
Uno de los últimos ejemplos de que las herramientas generales del lenguaje les resultan ajenas lo aportó el 26 de febrero Carlos Mazón. El presidente valenciano parece no haber asimilado una de las cuatro máximas de la conversación leal que todos los hablantes de un idioma aplican cientos de veces cada día sin darse cuenta, de manera intuitiva: la máxima de cantidad.
Las máximas para un entendimiento sincero fueron descritas por el filósofo británico Herbert Paul Grice (1913-1988) en su obra Logic and Conversation (1975), crucial en el ámbito de la pragmática (rama de la filosofía del lenguaje que estudia el sentido de lo que se dice, más allá del significado concreto de las palabras proferidas).
Todos ejecutamos esas cuatro máximas de forma inconsciente cuando hablamos, escribimos o comprendemos. Se trata de la máxima de calidad (emitir datos ciertos); la máxima de claridad (ser ordenado, evitar la ambigüedad…); la máxima de relevancia (contar los datos que tienen trascendencia y omitir los insignificantes; porque si se cuenta lo insignificante, eso se convierte en importante por el mero hecho de incluirlo en el relato; y si se calla lo importante, eso se hace pasar por irrelevante); y, finalmente, la máxima de cantidad. Esta última obliga a no ofrecer más información de la que se conoce, pero tampoco menos. Si decimos “Anastasio es padre de dos hijos” cuando sabemos que tiene cuatro, la afirmación no es falsa, pues “dos” está contenido en “cuatro”. Pero se silencia así a los otros dos hijos de los que también es padre, y con ello se obliga a una inferencia errónea.
Cuando aseguramos “en la manifestación había más de 1.200 personas”, comunicamos que tal cifra se superaba por poco; pero si sabíamos que acudieron unas 3.500, por ejemplo, habremos ofrecido menos información relevante de la que teníamos. Y aun diciendo algo cierto (2.500 son más de 1.200) estaremos mintiendo. Las imprecisiones deliberadas suelen encubrir un engaño.
Carlos Mazón declaró poco después de la riada de octubre de 2024 que él había acudido al centro de coordinación de emergencias (el Cecopi) “a partir de las siete de la tarde”. Todo el mundo dedujo que se había personado sobre esa hora, al aplicar de inmediato las máximas de Grice aunque no las conociera. Sin embargo, meses más tarde, el 26 de febrero, la Generalitat reconoció tras un requerimiento judicial que la llegada del presidente se produjo a las 20.28. Caramba, eso era muy distinto. Se añadía así una hora más al periodo en el que Mazón estuvo de parranda. Cinco horas ya en paradero desconocido mientras morían bajo el agua decenas y decenas de sus paisanos.
Preguntado luego por los periodistas, Mazón ratificó: “Llegué a las 20.28″. Y uno de ellos le opuso: “Dijo [anteriormente] que pasadas las siete…”. A lo que el presidente contestó: “Evidentemente, las 20.28 es después de las siete y media. Es un hecho fáctico [sic], ¿no? ¿Cuándo he mentido?”.
Alguien que llegue a las 20.20 lo hará, sí, “a partir de las siete”; eso es un hecho y por tanto algo fáctico. Ahora bien, expresar un dato cierto, pero insuficiente, no garantiza que se esté diciendo la verdad. Al contrario, es un conocido truco para mentir y creerse a salvo.
Así pues, Mazón engañó en octubre a todas las personas que confiaron en que estaba manteniendo con ellas una conversación leal. Eso sí que es un hecho fáctico; y esta vez, además, verdadero.
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