Iniciamos esta segunda parte (enlace a la primera) en el Centro Virtual Cervantes, cuyo Martes Neológico dedicó Leyre Martín Aizpuru al anglicismo coworking. Una palabra cuyos primeros registros en inglés, que datan del siglo xvii, proceden de textos de temática religiosa en los que es aplicada a la colaboración entre Dios y los hombres.
Pero la acepción con que ha llegado al español está vinculada a la creación, a mediados de los años noventa, de las primeras oficinas compartidas. Un concepto laboral cuya implantación en España fecha la autora en 2010 [y muy poco anterior es la primera referencia que hemos encontrado en La Vanguardia].
No cabe sino coincidir con la observación sobre el escaso éxito de la alternativa cotrabajo recomendada por Fundéu y la RAE, así que parece probable que se cumpla el vaticinio de que acabaremos por ver coworking en el DLE como extranjerismo crudo.
De lo publicado en la sección Rinconete vamos a destacar Tres grandes éxitos editoriales del siglo xx y una leyenda de Cristina Suárez Toledano. Una interesante reseña de algunos libros muy significativos que el editor Carlos Barral "dejó escapar".
Saltamos a Fundéu, que dedicó el apunte del ciberlunes a recomendar la utilización de esa alternativa española a Cyber Monday. Al día siguiente propusieron algunas opciones para evitar el anglicismo outdoor, tales como al aire libre, descubierto o (de) exterior.
El miércoles invitaron a evitar el pluvial abuso del verbo recoger, habitualmente utilizado en lugar de otros como registrar para informar de la cantidad de lluvia caída. Siguió la recomendación de utilizar Tigré, y no Tigray, para denominar en español a la región del norte de Etiopía que ahora es noticia por el belicoso conflicto que allí se vive.
Y ayer apuntaron que las grafías token (sin cursiva ni comillas) o toquen son adecuadas en español como adaptaciones del anglicismo que da nombre a las cadenas alfanuméricas que representan los registros en la tecnología de la cadena de bloques, así como a una unidad de valor asociada a los mismos.
El caso es que mientras unas instituciones combaten los anglicismos superfluos, otras administraciones ponen sus redes sociales en manos de muy limitados responsable que producen tuits como el adjunto de la muy mejorable cuenta oficial de Twitter de la Guardia Civil. Bastante poco debe importarle a Gámez que se entiendan los mensajes insertos en el canal que ha convertido en descarado instrumento de propaganda personal.
En el ámbito publicitario nos ha llamado la atención que Bimbo haya apoyado su lanzamiento de la variedad de pan de origen polaco conocida como bagel en un muy hispano repertorio de variadas pronunciaciones de esa palabra (más sobre esa campaña y vídeo).
Quizá fuera ese anuncio el inspirador de la peculiar puntualización de Gabriel Rufián a uno de los periodistas a quienes se niega a contestar: “Seguro que sabe decir Schwarzenegger y seguro que sabe decir Generalitat también”. Espinosa de los Monteros no dejó pasar la oportunidad de propinar un afectado prosódico zasca a esa mariovaquerizada del político colomense de raíces jienenses.
Mal negocio es convertir el lenguaje en arma política y tener que ver a nuestros representantes políticos dedicando su (costoso) tiempo a enfrentamientos como el de Sánchez Jódar (Psoe) y Andrés Alberto Rodríguez Almeida (Vox). Zafia descortesía de este es negarse a dar a la presidenta de una comisión el tratamiento que manifiesta preferir entre los admitidos por los custodios del lenguaje. Como digno de mejor causa es el afán de la primera de impedir un uso normativamente correcto.
No menos lamentable es ser atacada, como le ha ocurrido a la presentadora de Canal Sur Ana Ruiz, por ajustarse a los usos sancionados por la Academia (más detalles). Sobran muchos talibanes y talibanas lingüísticos, así que buena medicina es el humor como el que practica el siguiente Tik Tok sobre las "nuevas sexualidades".
El que no es lugar para el humor es el Boe, pero tal parece encontrar en el de ayer una actuación de cooperación internacional denominada "Mujeres, Café y Clima: empoderamiento femenino para la resiliencia socioecológica de la cadena de valor del café frente al cambio climático en Etiopía" [1.118.000 euros, por cierto].
Cualquier cuestión lingüística es particularmente susceptible de convertirse en casus beli en Cataluña, como bien ilustra el incidente que puede verse en el vídeo que enlazamos. Una grabación que, sin entrar en cuanto pueda tener de difusión ilegal de imágenes, pone de manifiesto la enorme falta de voluntad de utilizar el lenguaje para su función primeria, que igual conviene recordar que no es otra que comunicarse. Y ahí ha seguido coleando el caso de Julia Varela, buen ejemplo de que de nada sirven las disculpas frente a los más bestias.
Y si de bestias se trata, tampoco podemos dejar de mencionar la eufemística paráfrasis utilizada por los presos de Eta para referirse a sus víctimas (más detalles): "personas damnificadas a consecuencia de las acciones de nuestra militancia del pasado".
El propio Nieto aportó en su primera viñeta del mes el diagnóstico de un "resentimiento de retina" que habilita a Odón Elorza para incorporarse al apunte Optometría humorística.
Con no ser la práctica del humor (si es que cabe aplicar esa denominación al caso que ha llevado a los tribunales a David Suárez) patente de corso para ofender, resulta muy cuestionable la aplicación de penas de prisión a los excesos en esa materia. Asunto subyacente en la viñeta que permite a J. Morgan incorporarse a nuestro recopilatorio Eugenios, que ha pasado a contar con aportaciones de 16 dibujantes. Una pieza en la que pone en boca del malogrado humorista barcelonés un paronímico "carcelígenos".
Muy llamativo ha resultado que la OMS haya decidido saltar las letras ni (ν) y xi (ξ), asunto que Fernando A. Navarro explica con detalle en Variante ómicron: reflexiones sobre un término recién acuñado (y II). En el primer caso, ha sido porque la letra griega ν se escribe en inglés nu, pero se pronuncia /niu/ en inglés británico y /nuu/ en inglés norteamericano, igual que el adjetivo new (nuevo). Así que, en el lenguaje hablado, los angloparlantes no hubieran podido distinguir esa variante de cualquier otra "nueva variante" (new variant).
En cuanto al descarte de la "Xi variant" (en español, variante xi), obedece a que Xi es un apellido frecuente en China y, en particular, es el del presidente del país (Xí Jìnpíng, con el apellido delante del nombre de pila, según el uso chino), por lo que se aplicó la claúsula de la norma que proscribe el uso de antropónimos significativos. El muy conservador dibujante norteamericano Antonio Branco se ocupó de dibujar ese descarte, mientras que Patrick Blower aporta un paronímico "Advariant Calendar" que ya anticipa la variante pi.
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