viernes, 28 de febrero de 2025

Humor de cine y tv de febrero 2025 (3ª parte)

 

Iniciamos la tercera entrega de humor de cine de febrero (enlace a la segunda) con la trumpista recreación de Dominique Mutio del cartel de la película  Tiburón (Jaws, 1975), titulada en Francia Les dents de la mer (Los dientes del mar). No hace mucho, en el apunte Humor de cine y tv de enero 2025 (1ª parte), reunimos las versiones protagonizadas por Trump que entonces teníamos en nuestra colección. Y con esta que tan buen partido saca al famoso tupé llegamos a la media docena. 

Proseguimos con el dibujante francés de ascendencia argentinobrasileña Micaël [Queiroz], que representó a Elon Musk a imagen de El gran dictador (1940) de Chaplin. En Humor de cine y tv de enero 2025 (2ª parte) encontrarán una extensa muestra de interpretaciones de Donald Trump de la famosa danza con el globo terráqueo.


Liniers evocó en su tira del jueves 18 la figura del Conde Orlok, que es la reinterpretación del Conde Drácula de Bram Stoker realizada por Friedrich Wilhelm Murnau para ahorrarse los derechos de autor en la película Nosferatu (1922). Un film que acabaría por comprometerse a destruir, lo que felizmente no ocurrió, a modo de resarcimiento tras ser condenado por plagio.


Torrente compareció el pasado viernes en la sección de Pedro Sabiote en La Opinión de Murcia, mientras que la viñeta del día de la revista The New Yorker daba cuenta en un dibujo de Ellis Rosen de la toma de control por parte de Amazon de la franquicia de James Bond.

El asunto Bond era tendencia al día siguiente en el humor británico. Peter Brookes ironizó sobre la conversión de un famoso malvado en the good guy, Dave Brown convirtió a Donald Trump en un agente marioneta manejado por Putin en una evocación del segundo film de la extensa serie bondiana (Desde Rusia con amor, 1963), Adams también presentó al presidente de EE.UU. como el agente 007, el irlandés Martyn Turner planteaba dedicarle a distribuir paquetes a la espera de que se aclare de qué lado está ahora y, ya el domingo, Mac imaginó un presidencial sueño con Zelenski.


El lunes llegó la versión de Adam Zyglis "¡Aquí esta dogey!" (sobre el DOGE) del muy recreado "¡Aquí está Jack!" de El Resplandor (The Shining, 1980). Sigue la evocación de Michael de Adder del final de la película de terror La matanza de Texas (The Texas Chainsaw Massacre, 1974; enlace vídeo).


El martes eran Asier y Javier quienes se apuntaban al cine de terror con un famoso trío invitado a la mesa: Hannibal Lecter, Jason Voorhees y Freddy Krueger. Bernardo Erlich optaba por evocar en el diario bonaerense Clarín el cartel de Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, 1939). En nuestro monográfico sobre ese film econtrarán una extensa colección de versiones humorísticas del cartel de la emblemática película, la mayor parte de ellas protagonizadas por Trump.

Pasamos a dar cuenta del penoso final al Correcaminos de la Warner Bros. en la viñeta de Ricardo del miércoles y del irónico aperitivo sobre la ceremonia de los Óscars publicado ayer por Liniers. Dave Granlund de ocupó de la elección de Conan O'Brien como presentador. 

Televisivo show de Mediaset es la brevísima excursión al espacio (el viaje dura 11 minutos) de Jesús Calleja cuya presentación como astronauta fue objeto ayer de la ironía de Santy Gutiérrez.


Puebla lleva hoy a su viñeta sobre Mazón el famoso 'En ocasiones veo muertos' de la película 'El sexto sentido' (1999).


Concluimos con la única despedida a Gene Hackman que de momento hemos visto, que es la de Bernardo Erlich en el diario bonaerense Clarín inspirada en el papel del brutal detective Jimmy "Popeye" Doyle en ‘The French Connection’ (1971) que le reportó su primer Óscar.




PS - El sábado 1 de marzo llegó el homenaje a Gene Hackman de Miki y Duarte. Lo acompañamos con la despedida de Carlos Boyero.


¿Se ha ido el último de los grandes?: Gene Hackman
Carlos Boyero (El País, 1/3/025)

Que le vaya bien en el otro mundo o en la nada a ese actor maravilloso, tan duro y tan versátil

Siento un latigazo y anticipada melancolía cuando me entero de la muerte de un tipo al que no conocía, pero que me hipnotizaba cada vez que aparecía en una pantalla. Se la comía, era imposible desentenderte de su presencia, era uno de los grandes. Y quedan pocos. Se llamaba Gene Hackman. Veo en la televisión imágenes recientes de un Hackman devastado por la edad. Tenía 95 y muy vividos años. Todavía no saben qué ocurrió. Como el acorralado Zweig y su esposa, como el también devastado Koestler y la suya, a lo mejor o a lo peor decidieron largarse juntos de un mundo que se les había puesto muy chungo. Pero el pobre perro, igual quería seguir aquí. O fue por un maldito escape de gas. ¿Qué más da? Que le vaya bien en el otro mundo o en la nada a ese actor maravilloso, tan duro y tan versátil. Incluso podía ser cómico, como demostró haciendo de Lex Luthor en Superman.

Y era muy tío de forma natural. Como Bogart, Mitchum, Marvin. No hacía falta que la producción les colocara un sombrero en la cabeza y un cigarrillo en la boca. Eran otra cosa, una forma de ser y de estar. Estereotipos de siempre, masculinidad tóxica, machismo ancestral, arquetipos caducos, afirmarían sin rubor quienes ahora viven su esplendor en la niebla, o en su nómina, con nuevos conceptos. Pues vale. Pero todos esos tíos, además de la fascinación que desprendían, te hacían creer en los personajes que interpretaban. Cuestión de personalidad, magnetismo, talento.

Hackman nunca me pareció ni joven ni viejo. No tenía edad en el cine interpretando a canallas, como ese tipo de crueldad infinita que sin embargo no puede construir su soñada casa sin que aparezcan las goteras en la genial Sin perdón, el policía obsesionado y siempre burlado para pillar al rey de la heroína en French Connection, el descubridor profesional de intensos secretos ajenos y alguien más solo que la una de La conversación, o mi héroe favorito, ese perdedor que amaba a los caballos, capaz de compartir con su colega de toda la vida el premio proteico de entrar el primero en la meta en el precioso wéstern Muerde la bala. E incluso en películas mediocres u olvidables, me gustaba verle. No ocurre con mucha gente.

La cámara siempre ha estado enamorada de esas actrices y actores. Los convertía en dioses. Les admirabas, les querías. Perdí de vista a Hackman hace mucho tiempo, pero siempre tendré incrustada en mi memoria su imagen. Gracias por todo, Sr. Hackman.


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