Retomamos en el Centro Virtual Cervantes el lingüístico recorrido cuyo inicio anticipamos al día de ayer. Hermógenes Perdiguero y Rafael Pontes Velasco dedicaron el Martes Neológico a la voz autoficción. Una denominación aplicada a las narraciones sobre la propia vida en las que conviven lo ficticio y lo real, muchas veces con difícil deslinde.
Un artículo que no olvida señalar que el prefijo culto auto– aporta generalmente un valor reflexivo, pero también actúa en numerosas ocasiones como acortamiento de automóvil. Como ocurre en autocine, autoescuela, autocaravana, autopista, o autovacunación. Una palabra, esta última, cuyo potencial anfibilógico vemos un tanto desaprovechado por el humor.
Progresa adecuadamente el Trujamán, al menos conforme a nuestros gustos, con 'Poner changuitos' de Itziar Hernández Rodilla. Una entretenida reflexión sobre todos esos idiomas que es el español.
De lo publicado en la sección Rinconte vamos a destacar Ad astra (9). Trafalgar Medrano, viajante de comercio de Rodolfo Martínez. Una sucinta referencia al obra de la argentina Angélica Gorodischer (1928) que es, para el autor, la figura más relevante que ha dado la ciencia ficción en castellano.
Lola Pons dedicó a los Diminutivos su sección de los miércoles en la Cadena Ser. Una forma de achicar la realidad que es productiva fuente de eufemismos y objeto de queja de algunos receptores mayores por cuanto tiene de infantilizador tratamiento. Pero tenemos que reconocer que a nosotros nos molesta más ver en los noticiarios sensibleras referencias a los añitos de los niños. Ni que tuvieran menos días que los de los adultos, ¿verdad, Sandra Golpe?
La catedrática asimismo exlica que -ito se ha impuesto al -illo dominante hasta el sivlo xviii y tampoco faltan referencias, necesariamente mínimas, al -uco de La Tierruca o a la menor presencia de los interfijos en el español americano, que prefiere, por ejemplo, viejitos a viejecitos.
Mesilla sirve de muestra sobre la lexicalización de diminutivos (enlace a una lista en la que curiosamente faltan esas mesas no siempre tan pequeñas), que se complementa con el difícil de advertir caso de aurícula, que es orejita en latín.
Esta exposición nos ha traído a la memoria el artículo Una cosita que revela tu origen: el diminutivo, publicado en 2018 en el desaparecido suplemento Verne de El País. Y creemos que la materia bien merecería una segunda vuelta en la que cabría tratar temas como los dobles diminutivos, caso de lentejuela, que lo es de lenteja, y esta del latín lens, lente, más el sufijo -icula recién visto en aurícula. O los eufemísticos diminutivos de aumentativos como cabroncete. Queda claro que no hemos quedado con ganas de más.
El habitual poético final de sus radiofónicas colaboraciones en el programa de Angels Barceló corre a cargo de Hombre pequeñito de Alfonsina Storni, poetisa [Dª Lola dixit; pero nos da que su anfitriona dice poeta] cuyó trágico final creemos que merecía algo más que un inespecífico murió. Enlazamos la versión musical de ese poema de Rosa León y una interpretación de Mercedes Sosa de la estremecedora «Alfonsina y el mar» compuesta en 1969 por el pianista Ariel Ramírez y el escritor Félix Luna, cuya idealizada letra no es del todo fiel a los momentos finales de la vida de la escritora argentina: Por la blanda arena que lame el mar ...
La victoria lingüística del terrorismo tituló la muy activa lingüista sevillana su colaboración de esta semana en El País. Una interesante cuestión, muy mal gestionada frente a Eta (resulta casi inevitable recordar aquel lapsus de Aznar en su comunicación de la autorización de contactos con el "Movimiento vasco de Liberación" [videorrecordatorio]), que focaliza en este artículo en el uso de la denominación lobo solitario. Un calco del inglés lone wolf, habitualmente aplicado a los terroristas que actúan sin el amparo de una organización. Una forma de animalizarlos que, sin embargo, realza la facultad de [ser más poderosos, dice la autora, diríamos que algo ensimismada en su tesis] dañar y amedrentar al grupo social contra el que actúan.
Concluye el artículo apuntando que entre los expertos policiales esa expresión empieza a ser reemplazada por perro [inevitable recordar el taxakurra aplicado por el abertzalismo a los policías; esos sí que aplican los manuales de comunicación] o rata extraviada. Nos quedamos con esta.
Acompañamos una creativa visión de Emad Hajjaj (6/12/2015) sobre el concepto de lobo solitario. Pero se nota que no frecuenta los media españoles donde tanto hay que bucear, en ocasiones, para encontrar referencias al credo de los agresores (cabe recordar que fue el del agredido el enfatizado por algún medio medio en el reciente asesinato de un diputado británico).
Vamos ya con Fundéu, que comenzó la semana con una propuesta de alternativas al anglicismo position paper tales como informe/documento de opinión, informe/documento de posición o postura, o manifiesto.
El martes apuntaron que tanto la acentuación llana, cannabis, como la esdrújula, cánnabis, son válidas. O sea, que coloca lo mismo independientemente de donde se coloque el acento [sí, sí; es mediocrete].
Siguió la conformidad a las voces polexit, en cursiva (por anglicismo crudo) y minúscula, o poléxit, con tilde, en redonda y con minúscula, como formas adecuadas para referirse a la hipotética salida de Polonia de la Unión Europea. Y aunque tenga realzadora justificación, no deja de ser curioso que utilicen un titular que contradice su propia recomendación.
La semana pasada olvidamos dar cuenta de un interesante artículo de la Rae que no queremos dejar sin reseñar: La vida de las palabras: «fajana». Un apunte en el que se explica que, al igual que sucede con otros muchos canarismos, el origen de fajana se encuentra en una voz portuguesa. En este caso fajã (‘terra baixa e chã’; tierra baja y llana), que también está presente en Madeira y Azores.
Gallego y Rey aportan unas "lágrimas de cocodrilo" que ya han pasado a engrosar el apunte La iconografía humorística del cocodrilo (en la muerte de un significado ejemplar). Y hoy suman una nueva zoológica representación del dirigente abertzale apoyada en una popuar aportación de la publicidad al lenguaje que las hemos vito utilizar en otras ocasiones (p. ej. 25/11/20; enlace a otra del 8/5/15 en un minirrecopilatorio sobre el anuncio de Scattergories [ver nota al pie]).
El Roto metía en danza el miércoles el sexo de los ángeles (más sobre ese famoso debate) en las polémicas de género que vive el lenguaje, mientras que Flavita Banana parafraseaba un popular dicho. Pero es un ejercicio de actualización que nos parece que se queda un poco a medias. ¿Qué tal con ecoguerrero?
Escribía ayer el expresidente socialista del Principado Rodríguez-Vigil:
Se dice “es que vamos a hacer una ley amable de la oficialidad”. Pero eso no lo puede creer nadie con mínimo conocimiento del derecho. Eso no puede ser. Se dice antes de aprobar la ley, pero después las cosas serán muy diferentes, pues entonces nacerá la obligación y, en su caso, inmediatamente, la imposición.
Y la segunda parte de hoy, "Bable, ideología política y coste de oportunidad", bien merece una transcripción íntegra que no impida su difusión por la limitación del acceso a los suscriptores de La Nueva España.
Nada tengo contra el bable. Tampoco a favor. El bable no me ha interesado nunca gran cosa, pero eso no me ha llevado nunca a ser contrario al mismo, ni a quienes les gusta hablarlo y escribirlo. Siempre les he respetado, y en la medida que me ha tocado hacerlo, protegido, al menos presupuestariamente, justamente porque considero que la tolerancia es la virtud mas importante que nos han legado la Ilustración y las luchas contra el fanatismo ( de todas clases), con las que me identifico.
El bable nada tiene que ver con la socialdemocracia, ni con la idea de progreso que son los caminos por los que he procurado transitar vitalmente. Es algo que se sitúa al margen de esas ideologías. El bable está en otro terreno. Sin duda habrá bablistas para todos los gustos e ideologías, pero ninguno puede aducir que lo es precisamente por ser socialdemócrata o cosa parecida. Creo que si gusta el bable o no, es cuestión mas bien de afición identitaria, y precisamente por ser socialdemócrata desde hace muchos años –y, por tanto, afecto al racionalismo y poco aficionado a los nacionalismos viejunos, y normalmente marcadamente reaccionarios–, nunca me han interesado excesivamente las cuestiones identitarias, que hoy tienen una, a mi juicio, excesiva manifestación en toda España. No siempre positiva .
Mi posición en relación con el bable se resume fácilmente, es la que se concreta en nuestro Estatuto de Autonomía: el que quiera que lo hable, y a los que no quieran hablarlo, ni estudiarlo, que los dejen en paz y que no le obliguen a nada que tenga relación con el bable y, desde luego, que no se les condicione o discrimine lo mas mínimo por no hablarlo, o no querer aprenderlo .
En definitiva, soy partidario de lo que hay actualmente, que expresa claramente un gran respeto y una clara protección al bable, pero respetando a la par. y con la misma contundencia, el derecho de quienes nada tienen, ni quieren tener que ver con esa formula lingüística.
En la actualidad quien quiere hablar bable, lo hace, y donde le da la gana. Existen amplios y numerosos programas en la televisión y en la radio en bable, y también se paga la inclusión de textos en bable en medios de comunicación escritos. Además, el Principado abona cuantiosas subvenciones para cualquier publicación en bable y hay muchísimas. En las escuelas y colegios e institutos y hasta la Universidad quien quiere estudiar bable, lo hace, y quien no, pues no. El capitulo presupuestario anualmente dedicado al bable es cuantioso. Seguramente sumando todos los conceptos ( personal, televisión y radio comprendidos) andará por los treinta millones de euros, lo que me parece bien porque el Estatuto de Autonomía impone esa protección.
Pero la realidad es que yo, a mis 76 años nunca he necesitado del bable para comunicar nada con nadie en Asturias.
De hecho, nunca, jamás he participado en una conversación en el bable normalizado, sin perjuicio de la utilización habitual y familiar que hago de giros y palabras más o menos bables, pero siempre dentro del castellano. Y, salvo ahora en la televisión autonómica, tampoco he oído hablar el bable nunca. No digo que no se hable, sino que, en mis 76 años, recorriendo año tras año Asturias de cabo a rabo, y tratando con infinidad de gente, no he tenido ocasión ni de escucharlo, ni de hablarlo. No se si será casualidad o no, pero es así, y pienso que no es el mío el único caso.
O sea, que para mí, al igual que para otros muchísimos asturianos, el bable normalizado, el que se habla en la televisión, por poner un ejemplo, nada tiene que ver con un instrumento de comunicación operativo .Por el contrario, he podido comprobar sobradamente la vitalidad y el carácter de instrumento de comunicación de la llamada fala, o gallego asturiano, que hablan de forma natural y habitual, pública y familiarmente, muchos de los habitantes del occidente astur, a los que, por cierto, no sé que fórmula se les ofrece con la oficialidad, si lo que tienen ya, o el bable normalizado.
Para que lo que digo deje de ser una realidad bastante generalizada seguramente sería necesario realizar (y forzar) una inmersión lingüística obligatoria como las llevadas a cabo en Cataluña y País Vasco, con los efectos que son de sobra conocidos de tensión social y política manifiesta, y consecuencias culturales no excesivamente positivas, por decirlo de alguna manera.
La mímesis asturiana de las experiencia catalana y vasca no parece que tenga mucho sentido a la altura del siglo XXI. No sé si haberlo hecho hace cien o doscientos años habría tenido lógica alguna. Desde luego, ahora no. No creo que aporte nada en términos de ayuda o mejora de la comunicación, tampoco al progreso, ni a un proyecto colectivo progresista. Tampoco que ayude a salir de la postración en la que vive buena parte de la sociedad asturiana. Lo que sí es posible es que esta se dualice y que se generen serias tensiones sociales hasta ahora desconocidas.
Asturias es hoy una región lastrada por una severa crisis demográfica, seguramente la mas intensa de España, lo que ya es decir. Por otro lado, la economía asturiana no es precisamente boyante. Por mucho que se quiera difuminar la realidad lo cierto es existen nubarrones muy serios en el horizonte industrial, y es perceptible también un menor dinamismo económico y empresarial que en otras regiones.
Todo eso tiene una inmediata conclusión: la Hacienda Pública asturiana es muy débil, su capacidad fiscal es muy inelástica, su tesorería anda siempre escasa y cualquier aumento de la recaudación resulta problemático. Por otro lado, el recurso a la deuda es pan para hoy y hambre para mañana, porque tampoco es grande la capacidad regional de endeudamiento.
Y en ese marco resulta que el crecimiento del gasto público en algunos servicios básico deviene imparable.
En concreto, y entre otros muchos terrenos, en Educación, principalmente por la ampliación de la escuela de 0 a tres años; en Servicios Sociales, por el envejecimiento y deterioro de la población anciana y por la obligada contención de la pobreza; y sobre todo ha de producirse un aumento notable del gasto en Sanidad, donde cualquier observador mínimamente enterado sabe que después del Covid resulta manifiesta la necesidad de un serio incremento del gasto actual en atención primaria, salud mental y equipamientos hospitalarios. En definitiva, la sanidad asturiana está ya infrafinanciada y tiene un déficit que habrá que cubrir.
Por mucho que se diga que la oficialidad del bable no va a costar más dinero, eso es una entelequia. Las leyes se cumplen, y si no la gente va al juez y las hace cumplir. Las expectativas personales de empleo que favorece la oficialidad son enormes y muy costosas, y ese mayor gasto va a competir con los de Educación, Servicios Sociales y Sanidad, entre otros. Y teniendo en cuenta que la capacidad fiscal del Principado esta prácticamente agotada o casi , la pregunta obligada es ¿de donde habrá que quitar ? Porque a mayores no va a haber.
¿Es este el tiempo de quitar de lo básico para crear lo accesorio?
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